domingo, 20 de enero de 2008

Gallardete

En una ocasión escribió el Sr. Umbral sobre grímpolas y gallardetes, y tuve que tirar de diccionario. Aunque tenía media idea, busqué también el segundo término, que se definía como "pequeña bandera triangular".
Y efectivamente, le viene al Sr. Gallardón como anillo al dedo, pues su postulación pública como candidato por Madrid al Congreso, era un dardo envenenado para D. Mariano; en los actuales partidos existen temas que no deben de ver la luz pública, tanto en el PSOE como en el PP, y la estrategia de nuestro alcalde no fue otra que la de aprovechar su tirón popular para obligar al aparato del partido a ceder a su ambición.
Lo describió hoy perefectamente El Sr. Ramírez:

"Con la pertinaz sordera con la que desde hace al menos dos décadas viene desoyendo todo consejo que trate de atenuar sus pulsiones autodestructivas, Gallardón no sólo no moderó los ardores de su tan mal argumentada postulación, sino que incluso pareció empeñarse en perfeccionar la exactitud del símil histórico, consumando el traslado del Ayuntamiento, cuatrocientos millones de euros mediante, desde su austera sede de la Casa de la Villa al ostentoso palacio rococó remodelado junto a la Cibeles.

Si para alguien que le quiere bien como Luis María Anson aquello es un «merengue petrificado», una «colosal tarta-palacio» al servicio de la ostentación de un nuevo rico malcriado; y para alguien que le quiere mal como Jiménez Losantos se trata ora del «Palacio de las Ratas», ora de la versión posmoderna de Ambiciones, yo, que en lo personal le tengo afecto y en lo político lo veo más perdido que a un esquimal en las Pirámides, no puedo dejar de constatar que este nuevo Ayuntamiento ha sido su Vaux-le-Vicomte. O sea, el gallardete de su desmesura, el mascarón de proa de su insaciable afán de acumulación de poder, el termómetro de su febril ansia de ostentación, el anuncio luminoso de su enfermiza exhibición de fuerza, el obelisco de su egolatría.

Al levantar este monumento a su propia gloria Gallardón ha completado la demostración empírica de hasta qué punto le resulta aplicable la advertencia que Mazarino hizo en su lecho de muerte al joven Luis XIV, refiriéndose a Fouquet: «Es capaz de grandes cosas, a condición de quitarle de la cabeza los edificios y las mujeres». Si hubiera conocido al alcalde de Madrid circa 2008, el viejo cardenal, curtido por todos los lances de la Fronda, sólo habría tenido que añadir lo de las listas electorales.

Rajoy no necesitó visitar los ostentosos salones ni el superferolítico despacho de la nueva casa consistorial para terminar de darse cuenta de que a ese tío todo se le quedaba pequeño enseguida. Que de la misma manera que a la primera de cambio ya le parecía insuficiente ser alcalde de Madrid a palo seco, en el mismo momento en que él se diera la vuelta, o, no digamos nada, si en marzo tenía un traspié electoral, la mera condición de diputado no le resultaría satisfactoria y utilizaría el grupo parlamentario como nuevo trampolín hacia la disputa del liderazgo del partido. ¿Cómo interpretar si no tanto empecinamiento con la cuestión de las listas? ¿Qué correlación lógica existía en realidad entre el fin declarado de ayudarle a él y el medio elegido para ayudarse a sí mismo? ¿O es que no podía volcarse como alcalde en la campaña sin necesidad de ser candidato?"

Curiosamente, esta situación hizo verter ríos de tinta a la prensa de todos los colores, especialmente a la proclive al partido en el gobierno; el Sr. Gallardón pasó de ser el alcalde de lss interminables obras en Madrid, al conspicuo miembro del partido en la opisición que podría salvar a éste de una debacle electoral. Todavía los títulos de EL PAIS en el día de hoy, no dejan lugar a la duda:

La mayoría cree que Rajoy se equivocó al excluir a Gallardón

71 comentarios

Un sondeo de Metroscopia para EL PAÍS muestra a Gallardón como el político más valorado.- Los españoles creen que la decisión perjudica al PP


Ya ven, los sondeos, las estadísticas, la opinión, todo es contrario al criterio de D. Mariano; lo que se oculta, es la existencia de otro estudio, sobre los votantes del PP en Madrid relativo a la afección de éstos hacia su alcalde o hacia su partido, estudio que no vio la luz pública por el obvio motivo de su resultado. Tal vez debería de preocuparse el Sr. Rajoy si no se ve criticado por su oposición política; las decisiones adecuadas para su partido, han de ser obligadamente criticadas por su rival. De este modo, parece que tanto la decisión tomada sobre el alcalde de Madrid como la inclusión del Sr. Pizarro en las listas por Madrid, son las más adecuadas. Por lo menos, han puesto nervioso a su principal oponente político.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Bueno, la verdad don Alejandro, yo cada vez que leo a Pedro José y si me permito la familiaridad es porque he sido uno –espero que pocos- de los desafortunados que le ha visto el culo mientras mantenía una “conducta sexual liberal” con la Rapú, me entra la risa tonta, vamos que es que me lo imagino como el video con el culo en pompa mientras la señorita prostituta le desatasca el tubo de escape, dictando el articulo del día. No es creíble.
Tampoco es creíble la conversión al centrismo del sr. Ruiz Gallardón. Fundador de AP.

Ya no nos queda ni el Barça para refugiarnos. Creo que voy a pedir carnet del Atletico de Madrid.

Alejandro Pumarino dijo...

Sr. Roura:
de P.J., me quedo con la pluma (no la de la conducta de referencia) y su erudición histórica, de la que inudablemente, alardea. En este caso existe una animadversión del periodista hacia el Sr. Gallardón, pero es indudable que el sistema utilizado por el alcalde para medrar dentro de su partido, no fue precisamente elegante. Hay reglas no escritas en el seno de cada formación, que no se pueden saltar a la torera sin representar un peligro para ella. Durante el gobierno del Sr. Aznar se transmitió la idea de cohesión en el PP, hasta el punto de criticarle el "pensamiento único". El Sr. Gallardón no tiene madurez si permite, antes de unas generales, que su rabieta pueda perjudicar las aspiraciones de un partido que le dio hasta lo que no merecía.

Anónimo dijo...

Mire el problema de Pedro José o de Fedeguico es que dicen una cosa y hacen otra. Y ambos alardena de gran erudición... Tambien lo hacen otros periodistas de izquierdas, e incluso lo hace Friker Jiménez que vende misterios en donde no los hay presume de lector compulsivo.

Pero como usted bien dice, la mujer del Cesar no solo ha se ser honesta sino parecerlo.

Eduard Punset no alardea de erudito, pero creo que coincidira conmigo y estara de acuerdo de que lo és.

No me parece ético erigirte en delator de pecados teniendo tu los tuyos.

Es lo mismo que Fedeguico, es un resentido anti-catalan porque cuando se quiso meter en politica en Catalunya, pasaron de él.

O el caso de Francisco Caja ahora en el PPC pero despues de haber militado en el PSC-PSOE durante 17 años...

Que quiere que le diga huele muy mal.

En fin voy aver como me tienen ese carnet del Atletico.

Anónimo dijo...

Sr. Roura, lo ha calcado, el P.J y Fedeguico son dos aprovechados que convierten en sus enemigos a aquellos que tienen la osadía de decirles NO.

Veo que no fui el único dammificado del video de la Rapú y P.J., a este paso lo vió hasta Agatha.

Recapacite en lo del Atletico; todavía hay esperanza, si el Madrid ganó la Liga jugando horrible, también lo puede hacer el Barca.

Saludos.

Alejandro Pumarino dijo...

Bueno, a mi lo del Barça me va, de manera que no hay discusión.
Lo del periodismo es diferente, personalmente no me gusta el modelo de "Fedeguico" en absoluto; los tremendismos y exabruptos están fuera de lugar continuamente; de hecho nunca lo oigo, salvo cuando se recogen trozos de su programa en otros, tanto de radio como de televisión. Pero les confieso que me resulta igualmente repulsivo el Sr.Gabilondo, con el sarcsmo seudointelectual de quien se considera en posesión de la verdad con mayúsculas. Fíjese, prefiero la prosa de nuestro académico Ansón, aunque tampoco esté de acuerdo con sus ideas. Y le recuerdo a quien fue colaborador de EL PAIS, el Sr. Tecglen, escribiendo de política en la coumna de televisión, en un ejercicio de purismo ideológico, cuando había vendido sus artículos al anterior régimen, con encendidos elogios a la figura del dictador. Lamentable.