Viernes, 7 de marzo de 2008. Año: XVIII. Numero: 6654.
OPINION
Editorial
LOS ORGASMOS DEL PSOE NO SON NADA «DEMOCRATICOS»
Tal vez porque cunde en sus filas la arriesgada sensación de que va a ganar pasado mañana, el PSOE se está permitiendo algunas salidas de tono en las últimas horas como la llamativa intervención de Pedro Zerolo o el desafiante abrazo de Zapatero al doctor Montes. Zerolo afirmó en un mitin que ha tenido «un orgasmo detrás de otro» debido a la política de Zapatero. El dirigente socialista precisó que «nunca» había disfrutado de «tantos orgasmos», unos gracias «a mi marido» y otros -que calificó de «democráticos»- «gracias a Zapatero».
El diccionario de María Moliner define orgasmo como «exaltación máxima de la actividad de un órgano, al que sigue su aplacamiento». Sin duda, estas palabras han sido pronunciadas por Zerolo en un estado de exaltación, que, por mucho que practique el sexo, siempre tendrá algún periodo intermedio de serenidad y reflexión.
La política es una actividad que debería estar guiada por la mesura y no por la pasión, como sugiere Zerolo. Si hay una contradicción en los términos, es en el concepto de «orgasmos democráticos» porque la democracia es consecuencia de la libre elección entre alternativas racionales, que se someten a un control de la legalidad y la opinión pública. Algunas recientes conductas en el PSOE no son ejemplo precisamente de democracia. El propio Zapatero se ha dejado llevar por sus prejuicios o por sus sentimientos al abrazar y poner como ejemplo a un profesional que incurrió en una «mala práctica médica», según un informe de 11 expertos del Colegio de Médicos, que constataron hasta 34 casos de sedaciones irregulares. ¿Qué pensarán las familias de estos pacientes?
Hay que recordar que Montes no fue sancionado penalmente porque no se pudo probar la relación causa-efecto entre sus sedaciones y las muertes de los enfermos al no haberse practicado las autopsias. Tampoco se le impuso una sanción administrativa porque su responsabilidad había prescrito, al igual que la de los Albertos. ¿Qué dirían los votantes socialistas si Rajoy hubiera abrazado a los dos primos tras calificarles de «empresarios ejemplares»?
El PSOE no debería ir presumiendo de algunas actitudes que dejan mucho que desear. Igualmente, debería ser más autocrítico con conductas como la de Mercedes Gallizo, directora de Prisiones, que ha acondicionado un apartamento para su hija de 25 años en una dependencia oficial, una conducta que evoca a la del ministro de Justicia que se gastó 200.000 euros en remodelar un piso para residir en él varios meses.
Y para ejemplo de utilización privada de lo público, ahí queda la conducta de Pedro Solbes al encargar a sus subordinados que hicieran una valoración crítica del programa fiscal del PP, probablemente con ánimo de hacer uso electoral de ese análisis. La Junta Electoral ha archivado la denuncia de la oposición con el argumento de que «se limita a recoger la información de EL MUNDO». La Junta ignora deliberadamente que esa información incluía los correos electrónicos en los que quedaban probados los hechos más allá de cualquier duda. Ayer, el PP denunció ante la Junta un documento interno del PSOE, en el que se pide a sus interventores en las mesas que sean «captadores de votos», lo que supone una flagrante violación de la Ley Electoral.
Ello resulta tan difícil de creer como la actitud del ministro Bernat Soria, atribuyéndose en su currículum unos méritos y unos cargos que nunca ha desempeñado. Sencillamente, patético, como el conjunto de estas acciones y actitudes del PSOE, que muestran que estos cuatro años en el poder empiezan a pasar factura. Menos «orgasmos», por tanto, y más democracia.
Si es que es verdad, que resulta lo más alarmante. D. José Luis debería de preocuparse por ser abrazado por un facultativo que, cuando menos, cometió "irregularidades" propias de un criterio clínico personal discutible, o cuando un político de primera línea, caso del Sr. Zerolo, afirma que sus orgasmos con Zapatero son democráticos. No es propio de un presidente serio, y desgraciadamente, este no lo ha sido.