jueves, 24 de abril de 2008

Yo también soy jovellanista

Y no por el especial ni erudito conocimiento que tengo sobre la figura del insigne gijonés, no; soy jovellanista por haber sido alumno del Grupo Escolar Jovellanos (hoy Colegio Jovellanos) y posteriormente del instituto homónimo.

La sombra de la sospecha se cierne sobre el céntrico colegio Gijonés, cuando se producen en su entorno actuaciones inmobiliarias de gran alcance; la sombra que despierta la inquietud de la asociación de padres que, con todo su derecho, solicita públicamente la documentación relativa a las obras previstas, mientras en privado confiesan el temor de que se lleve a cabo una especulación inmobiliaria a sus espaldas y el antiguo colegio ve repartidos sus alumnos entre otras instituciones del ministerio:

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La carta, remitida al Sr. Riopedre, evidencia las fundadas sospechas de lo que explícitamente señalábamos anteriormente, permitiéndonos en este blog, donde prima la libertad de expresión, denunciar la sospecha sin tapujos ni buenas palabras.

La situación de los niños, sin patio o jugando entre ladrillos y escombros; la necesidad de haber acondicionado una carpa para al recreo de los chavales, solo a instancias de la AMPA, y la única respuesta facilitada a la asociación, siempre desde las filas del partido popular, dan una idea de la situación y del interés de nuestros representantes públicos electos, evidentemente más próxima al negocio inmobiliario, que al interés de los alumnos y de la tradición de un centro educativo gijonés de primer orden.

Por el bien de nuestra ciudad, instaremos desde estas líneas, al cumplimiento de los compromisos pactados y a la conservación y promoción de algo más que un colegio público. Al margen del humilde autor de este texto, dos filas por detrás estaba sentado el Dr. Díaz, actual jefe de endoscopias del Hospital Central de Asturias, inmediatamente detrás de mi, ocupaba su pupitre D. Jesús Iglesias, actual coordinador de Izquierda Unida en Asturias; al lado D. Sergio Noval, notable letrado de la plaza, cursaba también sus primeros estudios. Otras generaciones posteriores parecen olvidar este retazo de historia para situarse más próximos al frío lenguaje de los números y más lejos del interés y de la tradición de nuestra ciudadanía. Por el interés de todos, salvemos el Colegio Jovellanos como centro educativo para la formación de generaciones venideras.

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