No suelo reproducir artículos, pero este merece la pena

CANELA FINA

Zaplana, valor en alza

LUIS MARIA ANSON La faena con que Eduardo Zaplana lidió a Joan Tardà en el Congreso de los Diputados ha merecido la ovación de la opinión pública, la oreja y la vuelta al ruedo. El diputado de ERC, grupo en el que militan algunos miembros de la antigua banda terrorista Terra Lliure, arremetió furibundo contra Fraga, acusándole de fascista y de tener las manos manchadas de sangre. Zaplana, que es un gran parlamentario, se enfrentó al energúmeno desorejado y de forma sosegada y serena le recordó la verdad sobre Fraga: que supo desembarazarse del franquismo para convertirse en uno de los constructores de la democracia en España. Hay gentes que se esfuerzan por regresar a la dialéctica de 1936, fracturando la Monarquía de todos, la democracia de todos, la Constitución de todos. En 1978 se alcanzó la concordia y la conciliación entre los españoles sobre las renuncias generosas de las diversas fuerzas políticas: Juan Carlos I renunció a todos los poderes que había heredado de la dictadura; Juan III, a sus derechos dinásticos e históricos que mantuvo durante cuarenta años contra el dictador; Felipe González, a la República propugnada por el PSOE; el cardenal Tarancón, al Estado confesional; Santiago Carrillo, a la bandera tricolor; Adolfo Suárez y Fraga Iribarne, a los principios y poderes del Movimiento Nacional... Gentes como el señor Tardà pretenden dinamitar ahora aquella delicada construcción política, gracias a la cual pueden expresarse libremente y prosperar todos los españoles, incluidos los miembros de ERC. En 1964, yo me senté en el banquillo de los acusados ante el Tribunal de Orden Público, acusado de injurias al Jefe de Estado. El fiscal pidió seis años de cárcel para mí por el delito de elogiar en una reseña periodística un libro de Víctor Salmador, Juan Antonio Ansaldo, caballero de la lealtad, editado en Uruguay, en el que se vertían alusiones despreciativas para el dictador. Me defendió Martín Calderín y declaró en mi favor, el jefe de Redacción de ABC, Andrés Travesí. Mauricio Carlavilla se cebó en la acusación contra mí. Adolfo Suárez, al que apenas conocía, vino a mi casa para apoyarme, lo cual en aquella época era un acto heroico. El ministro que denunció mi trabajo periodístico y puso en marcha el procedimiento judicial era Manuel Fraga Iribarne. El 21 de julio de 1966 publiqué en la tercera de ABC mi artículo La Monarquía de todos. Franco montó en cólera, ordenó el secuestro de ABC, ¡el secuestro de ABC!, el único del periódico en toda la dictadura, y se puso en marcha el correspondiente procedimiento judicial contra mí. El ministro que encargó el secuestro de ABC y que luego gestionó con Juan Ignacio Luca de Tena mi salida de España, un exilio que se prolongó durante un año, era Manuel Fraga Iribarne. Yo sería un bellaco si no contuviera la indignación que todavía me producen estos pasajes y no reconociera que Fraga ha sido un hombre clave para que España evolucionara de la dictadura a la democracia. Político serio, honrado, íntegro, trabajador, sagaz, Fraga ha ganado reiteradamente elecciones democráticas y ha contado con el respaldo del pueblo. Las miserables palabras de Tardà producen náuseas. Bien, pues, por Eduardo Zaplana, que es un valor en alza. Actuó en gran político. Deleznable la actitud de Joan Tardà, con su vocación de estatua de sal, de mirar hacia atrás como la mujer de Lot. La clave de una política española seria consiste en fijar los ojos en el futuro y olvidarse de memorias históricas y de pasados controvertidos. Churchill explicó muy bien lo que espera a un pueblo si se le hace andar marcha atrás como a los cangrejos. Luis María Anson es miembro de la Real Academia Española.