Resulta evidente que el TC sufre un equilibrio precario derivado de la politización del mismo. A lo largo de la pasada legislatura asistimos a un cruce de acusaciones entre PSOE y PP, quienes mutuamente se imputaban apartar de la independencia judicial al alto tribunal; actualmente, el desgraciado fallecimiento del Sr. García Calvo desequilibra a favor del PSOE la resolución sobre el estatuto catalán, inaceptablemente retrasada por cuestiones ajenas a la justicia. De hecho, este asunto también ocupa hoy la portada de EL PAIS.
Pero lo que es cierto es la caza de brujas a la que fue sometido este juez por parte del PSOE -no en menor medida que en otras ocasiones por la oposición- acusándole de haber sido gobernador civil en le época franquista. Al margen de la veracidad de los hechos, y de que los dos grandes partidos políticos tratan de utilizar la justicia en su propio provecho, me resulta hipócrita que, utilizando las mismas armas mezquinas, sea luego la formación en el gobierno quien acuse de crispación y extremismo a su oponente político.
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