Subir y bajar en autobús, treinta millones de dólares. Ese es el resultado de una dictadura llevada a cabo por quien ganase unas elecciones, pero se quedó en el poder sosteniendo un país con inflaciones del 100.000% (sí, han leído bien). La gente precisa en su mayoría, de la ayuda internacional para sobrevivir, y las expropiaciones solo han servido para enriquecer a los poderosos.
Estos temas suenan lejanos, porque los habitantes de estos países ni son blancos, ni pagan impuestos -aquí- ni la marcha de su economía afecta nuestra cartera. Mientras la bolsa de New York estornuda, la de Madrid pilla una neumonía, y eso sí que nos preocupa.
Un premio Pulitzer de fotografía para la historia, una imagen para olvidar, pero la lectura de tales datos, me la trae al recuerdo del mismo modo que yo lo hice en las felicitaciones de Navidad a mis amigos, para que recordasen siempre donde viven y como -de un modo u otro- nuestro bienestar se apoya en la esclavitud de los habitantes del tercer mundo.
La fotografía recoge la imagen de una niña moribunda durante la hambruna en Sudán, y por lo tanto no se corresponde geográficamente, con el país de los treinta millones de dólares. Pero es igual, es la misma gente, cuyo pecado ha sido nacer entre los casi dos mil millones de personas que viven en este planeta bajo el umbral de la pobreza.
Que tengan vds. un buen día.
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